jueves, 25 de noviembre de 2010

BIOPODER TECNOLÓGICO Y PROCESOS DE CYBORGIZACIÓN

Presentado en el I Congreso Internacional de Investigación y Práctica Profesional en Psicología. 22, 23 y 24 de noviembre de 2010

Cuando planteara el concepto de biopoder para dar cuenta de una mutación sociopolítica clave en el siglo XVIII, probablemente Michel Foucault no hubiera imaginado hasta qué punto su analítica se vería no sólo materializada en el presente, sino alcanzando gradientes de exacerbación y proliferación que tornarían la biopolítica foucaultiana de los setentas – tomando las palabras de Donna Haraway – en una “fláccida premonición” . En el mismo sentido, puede aseverarse que las sociedades de control exploradas por Gilles Deleuze en los noventas – si bien consiguen vislumbrar nuevas modulaciones en los dispositivos de poder y en sus procesos inmanentes de subjetivación – relega las determinaciones tecnológicas a una función instrumental o accesoria de las prácticas y discursos hegemónicos. Como Foucault predijera, podemos aseverar que el siglo XXI transcurre deleuzianamente, más aún de lo que ambos hubieran imaginado.
Recién iniciada la segunda década del siglo XXI, podemos afirmar que las condiciones de producción social se encuentran en una fase de descomposición nunca antes vista. Los equipamientos institucionales que se han definido clásicamente como conformaciones ligadas a lo estable, lo continuo y lo estructurado, se reconfiguran como territorios donde lo incierto es la norma. Consecuentemente, las herramientas de análisis conceptuales y metodológicas clásicas del institucionalismo quedan danzando en el vacío de los artefactos vetustos, más acá de los diversos obstáculos epistemológicos, pues las caducidades de las maquinarias de pensamiento se comprueban en la inmanencia de situaciones concretas, ya materializadas.
Pero comencemos por las condiciones de posibilidad históricas que han producido las problemáticas actuales, retomando ciertas nociones para modelizarlas diferencialmente, desde un principio de inmanencia como eje vertebrador del análisis.
Foucault introduce la noción de biopolítica en el marco de su historia de la sexualidad, continuando su análisis crítico de los procesos de subjetivación, entendidos como efectos de una multiplicidad de dispositivos de producción de discursos y prácticas sobre los cuerpos y las maquinaciones deseantes. La biopolítica de las poblaciones constituye uno de los dos polos a través de los cuales se materializa el poder sobre la vida, parte de la transición de las sociedades de soberanía – en las cuales prevalece el derecho de hacer morir o dejar vivir – a las sociedades disciplinarias, donde la ecuación se invierte por el poder de hacer vivir o de rechazar hacia la muerte. Hasta el siglo XVIII, era el polo de las anatomopolíticas del cuerpo el que conformaba predominantemente un extenso entramado de discursos disciplinarios, que cumplían una función científico-legitimadora de nuevas instituciones en las sociedades de la Europa clásica. El manicomio, la escuela, la familia nuclear burguesa, la fábrica y la cárcel serán los espacios modernos de normalización y segregación. La transición hacia la biopolítica de las poblaciones remite a una serie de mecanismos reguladores de control social, efectuando una estratificación inédita del cuerpo como especie. En este nuevo contexto, la sexualidad deviene objeto de la ciencia, estrechamente vinculado con las tasas de natalidad y mortalidad, el higienismo, las epidemiologías y otros dispositivos de control social difuso y continuo sobre la vida toda. El panóptico focalizado en grupos de riesgo específicos deviene una suerte de Big Brother global. Esta mutación histórica conlleva una nueva generación de anormales y desviados, especialmente aquellos nuevos perversos cuyas prácticas sexuales no resultan funcionales al incipiente modo de producción social capitalista.
La estrecha vinculación de los dispositivos de control y regulación biopolíticos reseñados por Foucault con las sociedades de control deleuzianas se articula en dispositivos tentaculares de poder sobre todos los aspectos de la vida. Las modalidades de consumo, el uso del tiempo libre, la gestión de los placeres y los deseos, el uso de los cuerpos y sus múltiples experimentaciones en la esfera íntima. Todo se vuelve analizable o psiquiatrizable, a través del auge de la farmacología y la producción de drogas de diseño. Las mutaciones principales en los aparatos de captura de las sociedades de control, que determinarán los nuevos procesos de subjetivación, consisten en modulaciones permanentes y fluctuantes que difuminan las segmentaciones y saltos progresivos de las sociedades disciplinarias. El trabajo, la formación, la salud y el consumo disuelven al individuo y lo reducen a un cifrado, parte de un sistema de códigos de acceso condicionado pero continuo. La empresa managerial - tecnológica de servicios informatizada constituye el equipamiento institucional distintivo de las sociedades de control, una suerte de analizador social del capitalismo mundial integrado, tomando la definición de Guattari para referirse al carácter planetario del control sobre todas las actividades humanas.
La lógica de gestión managerial se propaga igualmente al cuerpo social global, su lógica de formación permanente como base de la competitividad infecta las instituciones educativas, laborales, deportivas y sanitarias, modificando la circulación por los espacios y la administración de los tiempos. La subjetividad moderna de las sociedades disciplinarias, así como las instituciones que funcionaran como soporte de aquellas, atraviesan una fase de dispersión y disolución irreversibles.
Se advertirá que dicha mutación sociohistórica no hubiera sido posible sin los vertiginosos avances y desarrollos tecnológicos acontecidos en las últimas décadas. Puede aseverarse que – siguiendo una lógica que se ajusta a las exploraciones de los autores reseñados – del mismo modo en que las sociedades disciplinarias produjeron sus discursos y sus prácticas, así como las instituciones legitimantes de un nuevo orden sociopolítico, las sociedades de control consisten en dos dinámicas de fuerzas complementarias: la dispersión o disolución de los equipamientos institucionales disciplinarios, junto con la composición simultánea de nuevas formas – discursivas, prácticas e institucionales – que remodelan los paisajes hacia un topos y un corpus instituido y rigidizado como pocas veces en la historia humana. La tarea urgente consiste en establecer las dinámicas de sus modos de conformación y funcionamiento, pero sobre todo sus desacoples e interferencias, sus puntos ciegos y sus líneas de fuga, pues como Deleuze nos propusiera, “no hay lugar para el temor ni para la esperanza, sólo cabe buscar nuevas armas”.
En este sentido, consideramos decisivos los desarrollos de Donna Haraway para la conformación de máquinas de guerra creativas en las sociedades de control del capitalismo posindustrial. Su manifiesto para cyborgs ha servido de inspiración para diversos movimientos políticos y estéticos, promoviendo igualmente la visibilización de minorías étnicas, culturales y genéricas. Haraway lleva al límite la conocida premonición de Foucault que anunciaba la “muerte del Hombre”. Pues no sólo Dios ha muerto, también el Hombre, como trazo en la coloratura que compone la disposición de saberes de la Modernidad Clásica, se encuentra en retirada.
Haraway realizará un análisis exhaustivo de los nuevos discursos y prácticas científico-experimentales que han posibilitado la progresiva disolución de lo humano. Las ciencias biológicas y sus acoplamientos con las ciencias sociales producirán una episteme que configura lo humano como campo de pruebas de la ingeniería genética y las biotecnologías. Citaremos a modo de “estudio de caso” una lectura realizada por este equipo de investigación, el “gran hallazgo” que sustenta la tesis principal del texto de Elliot Jacques, La Organización Requerida. El Instituto de Investigaciones de Ciencias Sociales y de la Conducta del Ejército norteamericano encarga un estudio controlado y sistemático de la complejidad mental humana, que se llevará a cabo en una compañía de Estados Unidos y otra de Australia, seguramente como grupo testigo. La principal conclusión que Jacques extrae de dicho experimento es que “la existencia de la jerarquía gerencial es un reflejo en la vida organizativa de etapas discontinuas en la índole de la capacidad humana”. Conclusión que sustentará el “gran hallazgo”(sic) de Jacques: “la necesidad de las jerarquías se explica por la propia naturaleza humana”. Los estudios de campo realizados por Pierre Clastres durante el siglo XX han demostrado exactamente lo contrario: las sociedades pueden prescindir del Estado, institución jerarquizante por excelencia, para su conformación y para la reproducción de sus condiciones de existencia .
Resultados similares arrojarán exploraciones realizadas en campo por sociobiólogas y antropólogas con algunas especies de primates. No sólo la necesidad de jerarquías que tanto pareciera tranquilizar a Jacques, sino que dichas jerarquías se conformarían a través de estratificaciones de género. Lo animal se humaniza tanto como lo humano se animaliza, produciendo la difuminación de una de las fronteras distintivas de la modernidad: aquella que binariza el mundo en el par Naturaleza-Cultura.
La traducción completa del genoma humano ha hecho no sólo de lo individuado un puro texto ya descifrado ; ha servido también para disolver la especificidad humana en un complejo biótico heterogéneo pero que diferencia en un uno por ciento el diseño genético humano respecto de una banana .
El biopoder ya no se materializa solamente en instituciones y discursos ejercidos sobre la vida toda. Los vertiginosos adelantos tecnológicos – como en el “caso Jacques”, iniciados a partir del encargo y financiamiento de los Estados a las áreas de investigación de las multinacionales armamentísticas – han posibilitado la emergencia de un biotecnopoder, que produce a escalas industriales nuevas formas de vida y modifica radicalmente los cuerpos y las subjetividades de las poblaciones.
Si los discursos legitimantes de saber-poder en las sociedades disciplinarias fueron las ciencias del hombre y la sociedad, los discursos inmanentes a las sociedades de control confluyen en las ciencias duras, altamente tecnificadas gracias a la aparición de “nuevas disciplinas” como la cibernética, la robótica, la genética y la informática. En este punto consideramos pertinente retomar una de las hipótesis de nuestro proyecto de investigación, aquella que sostiene que “la producción de vida, la robotización y la informatización de la producción constituyen la tríada sobre la que se sustentan las biotecnologías, una de las territorializaciones tecnocientíficas de mayor impacto y menos exploradas en el campo social global” .
La apuesta de Haraway por cyborgizar los procesos de subjetivación contemporáneos puede considerarse como una de las nuevas armas que Deleuze reclamara como necesarias, una de las nuevas formas posibles de lo poshumano. La figura del cyborg es mucho más que un mito ficcional, es parte de la concepción de Haraway de la política como ficción y de la ficción como productora de realidad social.
Desde un posicionamiento materialista, feminista y socialista, Haraway comenzará por marcar los límites de los feminismos instituidos – en una tarea que comparte con otras autoras, como Judith Butler o Beto Preciado – revelando una serie de contradicciones internas en los estudios críticos de género, que acaban resultando funcionales a una nueva forma de estratificación social binaria que sólo ha desplazado el par hombre-mujer hacia conformaciones más blandas pero mortíferas para las mujeres. En este sentido, el cyborg será una criatura en un mundo postgenérico, donde lo femenino o lo masculino no serán sometidos a crítica sino lisa y llanamente ignorados. Las identidades en proceso de hibridación permanente planteadas por Rosi Braidotti se articulan con los procesos de cyborgización de Haraway, que se sirve de esta figura también para disolver las polaridades modernas que instituyeron los pares Naturaleza-Cultura, Hombre-Máquina y Hombre-Animal.
Todos somos cyborgs, plantea Haraway. A resguardo de cualquier recaída idealista en la lógica identitaria, preferimos hablar de procesos de cyborgización como una de las líneas de fuga posibles de los modos humanistas de subjetivación. Fuga que nos previene igualmente de los maniqueísmos tecnofílicos de las corrientes transhumanistas y de las melancolizaciones de las posturas tecnofóbicas, que postulan el regreso a una Naturaleza que – como ha intentado mostrarse en este trabajo – a consistido menos en el descubrimiento de un mundo prehumano desconocido que en una construcción binarizante del Humanismo occidental.
Una digresión “antropológica” para insistir en este punto: la cultura yámana de Tierra del Fuego no convivía armónicamente con la Naturaleza: componían una maquinaria más amplia con las lengas y los ñires, el mar y la tierra, los crustáceos y los lobos de mar. Sobrevivían a las bajísimas temperaturas untándose – ¿haciéndose? – los cuerpos con la grasa de los lobos marinos con los cuales también se alimentaban y confeccionaban lanzas y collares. Pero sobre todo gracias a una planificación comunitaria en las tasas de natalidad que mantenía estable tanto su concentración demográfica como la de las otras especies que cohabitaban el mismo territorio. La llegada del hombre blanco – remarcamos aquí no sólo una cuestión étnica sino también genérica – no trajo sólo las enfermedades de occidente para las cuales los yámanas carecían de anticuerpos. Instituyó además el más temible aparato de captura producido jamás: la binarización del territorio en una Naturaleza pasible de ser conquistada y sustraída, contracara de una Cultura occidental basada en el progreso y la racionalidad industrial taylorista. La cultura yámana es hoy un recuerdo en los museos de Ushuaia; los lobos marinos fueron casi exterminados, reduciéndose su población en un noventa por ciento. Bella humanitas!
La cyborgización consistiría – tomando la salida poshumana planteada por Franco Berardi al falso dilema humano-inhumano – en una estrategia de up grading permanente, una reactualización continua de apropiación activa de los dispositivos de control del capitalismo mundial integrado . Las líneas de fuga de la Modernidad fueron las revoluciones y las políticas de la resistencia al poder instituido. Reabsorbidas aquellas por la maquinaria capitalista, las líneas de apertura de la posmodernidad se conforman como una estética de la fuga que apuesta a la creación inacabada de multiplicidad de prácticas y saberes locales, situados e inmanentes a una lógica molecular. Una estética que resulta solidaria con una estrategia de proliferación y diversificación de las formas de experimentación de los cuerpos y sus intensidades, de los deseos y sus devenires.
Deleuze y Guattari sostenían que el deseo no buscaba la Revolución sino que era revolucionario casi por definición. Lo dicho ha derivado a veces en concepciones del deseo tan idealistas y representacionales como las del discurso psicoanalítico. Si el deseo es producción antes que producto de una carencia originario-mítica, sus territorializaciones pueden componer tanto paisajes abiertos susceptibles de ser poblados por múltiples y heterogéneas manadas, como cristalizaciones y calcificaciones masificantes, plegadas sobre sí mismas en montajes paranoicos y zombificantes.
“Sólo cabe buscar nuevas armas”, nos impugnaba Deleuze. Más exactamente, se trata de crearlas. ¿Quién se afecta con la tarea?










Bibliografía
Aguilar García, T.: Ontología cyborg. El cuerpo en la nueva sociedad tecnológica. Gedisa. 2008.
Deleuze, G.: Conversaciones. Pre-textos. Valencia. 1996.
Deleuze, G. y Guattari, F.: Mil Mesetas. Capitalismo y esquizofrenia. Pre-Textos. 1980.
Foucault, M.: Historia de la sexualidad. Tomo I. La voluntad de saber. Siglo XXI Argentina. 1977.
Guattari, F.: Caosmosis. Manantial. 1993.
Haraway, D.: Ciencia, cyborgs y mujeres. La reinvención de la naturaleza. Ediciones Cátedra. Universidad de Valencia. 1995.
Jacques, E.: La organización requerida. Un sistema integrado para crear organizaciones eficaces y aplicar el liderazgo gerencial en el siglo XXI. Granica. Management, Colección Master. 2000.

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